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NO MÁS ESTIGMA Y DISCRIMINACIÓN A PVVIH

Vivir con VIH, sin duda representa un gran desafío para mantener una buena calidad de vida. A esta situación se le añaden una serie de factores que tendrán un gran impacto en cómo una persona que vive con este estado de salud, enfrenta su situación, desde asumir su seropositividad hasta el llevar a cabo actividades que contribuyan con una mejor calidad de vida. Lo que se ve más complicado aún.
La historia del VIH y SIDA, viene a representar un discurso social, que responde básicamente a dos modelos que no abarcan la complejidad de lo que realmente significaría vivir con VIH. Por un lado el modelo médico que habla desde lo biológico, nos explica cómo actúa el virus en sí mismo y cómo impacta en nuestro organismo o sistema inmunológico, por lo tanto se tienden a descuidar otros aspectos de la vida, que son fundamentales para el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos y así, lograr una adecuada calidad de vida, pues sólo se percibe el cuidado desde la salud biológica.


El otro enfoque, corresponde al  modelo jurídico que además le adjudica todo un contenido moral al VIH, relacionando SIDA con sexo, placer, promiscuidad, homosexualidad, muerte, uso de drogas y una serie de conceptos que al ser analizados por si solos, no representarían ningún peligro para el entorno.
Este discurso a calado tan profundo en la sociedad, que las personas al conocer su diagnóstico positivo están pendientes de la posibilidad de que en cualquier momento aparezca una crisis de salud incontrolable, lo que tiende a paralizar a la persona, impidiendo tomar decisiones más adecuadas para enfrentar la situación, como se haría con cualquier otro estado de salud que no fuera el vivir con VIH.  La búsqueda de alguna señal física, por mínima que sea, se transforma en una obsesión que imposibilita a la persona, reconocer que sigue viviendo de manera completamente normal y que como a cualquier persona, se puede presentar algunos problemas de salud, que no tengan que ver necesariamente con estar viviendo con VIH.

El estigma y la discriminación hacia personas viviendo con VIH, en la actualidad se han transformado en barreras que imposibilitan el ejercicio y desarrollo pleno e integral de los derechos humanos de quienes se encuentran viviendo con el virus, pues se les niega la generación de vínculos afectivos y sexuales, el acceso a trabajos dignos, inclusión a espacios sociales, la posibilidad de hacer familia, el acceso a servicios de salud amigable, entre varios otros factores que sin duda, influiran en que poco a poco las personas vayan perdiendo las ganas de luchar, de vivir y/o de seguir adelante con sus metas y proyectos. Esto se ha conocido como la “Muerte Social”, siendo estos los que podrían afectar en gran parte al deterioro del sistema inmunológico.
Todo lo anterior, impacta en cómo quienes viven con VIH se visualizan frente al proceso y cómo se proyectan desde el momento que se conoce el estado seropositivo hacia adelante. Es importante resaltar el convencimiento íntimo de que hay muchas cosas por hacer y que esto puede ser el motor facilitador en la toma de decisiones más adecuadas. De lo contrario, la inmovilización y esperar a que otros hagan el trabajo, no tendrán un real impacto en el desarrollo integral.


El desafío para todas y todos, es lograr que cada persona pueda convertirse en agente de cambio frente a la manera de percibir el VIH y lo que significa realmente este estado de salud. Son muchas las cosas que se necesitan para hacer que vivir con VIH sea una situación manejable y fácil de llevar, por lo tanto, como sociedad corresponde generar los mecanismos y espacios que sean necesarios, para fomentar el desarrollo integral y el ejercicio pleno de los derechos. La importancia del enfoque holístico en el abordaje, será fundamental para responder a las necesidades de quienes se ven afectad@s por la epidemia, y desmitificar el discurso social que sólo les ve como pacientes y/o p

 

desde la búsqueda y entrega de herramientas que permitan el adecuado manejo de la información, hasta la inclusión en grupos de pares, socialización de la seropositividad, acceso a programas de salud integral,  el derecho a hacer familia a través de protocolos de prevención, disfrutar de una sexualidad segura e integral, que incluya a parejas positivas y/o serodiscordantes como parte del ejercicio pleno de todos nuestros derechos. Sin  embargo, para que esto sea posible, se debe educar y sensibilizar a la población en materia de Estigma y No discriminación hacia personas afectadas por el VIH y avanzar en el desarrollo de una cultura que promueva el respeto a la diversidad.  

 

 

 

 

 

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